- Sientate -.dijo Jaejoong tratando de tranquilizarme, aunque era casi imposible, el corazón me latia a mil por hora.
- De acuerdo -.dije tomando asiento a su lado.
- estas seguro de esto? -. Me pregunto serio clavando sus ojos en mi.
- Si -.dije firme.-si no es ahora, no será nunca.
- Eso no es verdad -.dijo dulcemente.-tu decides cuando hacerlo, puede ser en cualquier otro momento Min.
- No -.refute.-quizas en otro momento tu no estes, y quiero que sea contigo, no confio en nadie mas.
- Tranquilo -.carcajeó.- yo siempre estare aquí contigo.
Intente mirar hacia otro lugar, no quería verlo a los ojos, me sentía tan tonto, tan inexperto en todo esto, al contrario de el por supuesto. Sino fuera Jae quien esta a mi lado, no se si me hubiera animado a hacerlo, pero confio tanto en el, se que jamás haría algo para lastimarme…además, todos nuestros amigos cercanos ya lo habían hecho y yo no sería la oveja negra…era hora de hacerlo…
- Esta bien asi Jae? -.pregunte nervioso.
- Si, pero tranquilo -.dijo acariciando mi mejilla al tiempo que se posicionaba muy cerca de mi cuerpo.-yo estoy aquí -.susurro para luego apoyar su rostro en mi cuello.
- Gracias Jae, de verdad no hubiera tenido el valor para pedirte esto si de verdad no confiara en ti.
- Y agradezco tanto tu confianza -.dijo plantando un beso en mi mejilla.-listo?
Solo asentí con la cabeza y el comenzó a moverse y a moverme con movimientos rítmicos, calculados y en perfecta alineación con los mios. Ya no era dueño de mi cuerpo, ni de mis pensamientos, solo podía sentir mi corazón latiendo muy fuerte, mi estomago estrujarse por el miedo y entre medio de todo ello, la respiración acompasada de Jae – el experto – en mi cuello, lo único que me inspiraba seguridad, su presencia.
Poco a poco, nos fuimos acercando al punto de inflexión, la puerta se abrió y ya no pude escuchar nada mas que el viento en mis oídos. Jae afianzo el abrazo a mi cintura y dimos el gran paso.
Mi corazón pareció detenerse por unos instantes, sentí como que no podía respirar y todo se veía negro, hasta que su mano presiono la mia y abrí los ojos. La majestuosidad de la tierra – observada desde 4000 pies de altura, luego de arrojarme con mi mejor amigo “el instructor” – me hizo sentir una euforia nunca antes conocida. Y aunque al principio la imagen fue impactante, no tuve miedo por que el estaba conmigo, fue mi debut como paracaidista, mi primera vez…

Molly S.